De besos óleos, de carboncillos estrellas.
Del marfil, arcilla, de la brisa estelas de su perfume floreado de azucenas.
Miraba la sonrisa en una boca desierta de palabras sinceras, sólo pícaras y a veces algo serias.
Cual filósofo y artista que a su musa espera, sentada en la mesa de roble ella tallaba una vela, miles de corazones eran la escena.
Sus uñas cortas, un par de trenzas y unos libros de escuela, fieles amigos, reposaban al lado ignorados por ella.
Ella sabe que Mariano la espera, ella sabe que el amor de su pecho es sólo de ella.